Capítulo 1. La dimensión desconocida.
Sergio González Rodríguez abre la
obra exponiendo el problema de los feminicidios de Ciudad Juárez sucedidos durante
la década de los 90’ des de un punto de vista de pájaro (situando el lector en
el lugar de los hechos des de una mirada superficial y omnipresente de los
acontecimientos); problema que sigue vigente a día de hoy, sin resultados
esclarecidos y con escasas responsabilidades tomadas y que, des de 1993, ya se
ha cobrado más de 700 víctimas.
El autor establece ya de inicio
los tres ejes por los cuales se rige Ciudad Juárez y que son causa y
consecuencia de los crímenes contra mujeres: La criminalidad y brutalidad que
impera en la zona de Chihuahua; La ineficacia (o, mejor dicho, imposibilidad)
de la policía local para frenar el crimen; Y la conmoción ciudadana delante de
tales agresiones.
Por otro lado, indica que la
resolución de dichos crímenes topa de bruces contra una serie de trabas
institucionales que impiden esclarecer los casos o responsabilizar a los
verdaderos autores, y, consecuentemente, también impiden terminar con la ola
sistemática de violencia y asesinatos de mujeres. El abuso de poder y la
brutalidad perpetrada por la policía local, y los empecinados esfuerzos de las
autoridades municipales de Ciudad Juárez y gubernamentales del estado de
Chihuahua por calmar la opinión pública, desestimando el feminicidio de la
agenda mediática, apuntan hacia una conspiración política de encubrimiento de
estos crímenes.
Capítulo 2. El mapa difícil.
Para entender el presente de Ciudad
Juárez, foco indiscutible de la violencia y el narcotráfico en todo el estado
mexicano, debemos estudiar su pasado como ciudad fronteriza con Estados Unidos.
La pequeña misión española franciscana nació a finales del siglo XVI como un enclave
estratégico para cruzar el vado del Río Bravo, conocido como Paso del Norte,
hacia Nuevo México. Durante los siguientes siglos prosperó y se convirtió en
ciudad gracias a una economía basada en la producción de distintas bebidas
alcohólicas, cuyo crecimiento económico se nutrió del contrabando con los
americanos y como destino de ocio, explotando el hecho de disponer de más
tolerancia que sus vecinos del norte respecto a los límites de la legalidad. A
finales de siglo XX, la ciudad se convertiría en lo que es hoy a causa de una
dura y tardía industrialización, basada en la deslocalización de grandes
empresas extranjeras, una mano de obra muy barata nutrida de la población
flotante de emigrantes provenientes de todo el país, y en la explotación
laboral permitida por los caciques locales.
A causa del panorama actual, que
incluye pobreza, poca educación y precariedad laboral entre una gran masa de población
que viene y va entre El Paso y las zonas rurales del estado de Chiuhahua -además
un territorio impregnado profundamente por el crimen organizado-, las
autoridades de Ciudad Juárez externalizan el problema a un mal sistémico de
difícil solución. Al tiempo que se lavan las manos con este problema.
Capítulo 3. Una muchacha para nunca jamás.
En este capítulo estudian el caso
concreto de una de las víctimas, Elizabeth Castro García, de 17 años, que murió
en agosto de 1995. En este capítulo, el enfoque es completamente contrario,
encontrándonos de lleno en medio del terreno, en un caso concreto, con personas
concretas, que hablan e interactúan, para permitir al lector entender una
situación tipo para después hacer la extrapolación a todos los otros casos.
Aún así, el estilo sigue siendo
frío, técnico-científico, casi quirúrgico; dónde el autor analiza los datos y
toma testimonio de forma detectivesca, sin implicarse emocionalmente con las
víctimas. Es así como reconstruye el perfil de la muchacha asesinada, que luego
resultará ser un perfil repetido por todas las otras mujeres asesinadas: de
estrato social obrero, pero joven, atractiva, coqueta, promiscua y con gusto
por frecuentar clubs nocturnos. Es así también como des de los medios locales y
las autoridades explican los constantes crímenes: Llanamente, porqué las
muchachas, por su elección de estilo de vida, aun que sea solo un poco, se lo buscaban.
Si las muchachas no vistieran sensuales para salir de fiesta los fines de
semana, no se expondrían a los peligros de las calles de una ciudad con tanta
afluencia de extranjeros.
Capítulo 4. Criminólogos rodantes.
Delante de la evidencia de las
reiteradas muertes, las autoridades decidieron, aparentemente, ponerse manos a
la obra, y permitieron la cooperación con expertos detectives, criminólogos y
psicólogos de la capital. Estos, después de estudiar el caso, establecieron una
serie de propuestas de funcionamiento para los funcionarios de Chihuahua, que
son expuestas y diseccionadas metodológicamente por el autor. Critican la falta
de procedimiento e ineficacia de las autoridades locales, de nuevo, como
también Sergio González Rodríguez apunta de nuevo en la acusación a los medios,
por sensacionalistas y vejatorios en el trato a la violencia de género.
Capítulo 5. Cuentos crueles.
A lo largo del libro se aborda el
problema del feminicidio des de distintos ámbitos, y es así como el lector se
hace un mapa mental de la totalidad de la catástrofe. En éste capítulo se
estudia México en general y su historia contemporánea. País de fronteras, de
corrupción política y de narcotráfico.
Centrándonos en éste último
punto, el autor intenta imbricar el crimen organizado alrededor del tráfico de
drogas y los grandes Cárteles del norte del país mejicano con lo sucedido en
Ciudad Juárez. Por una parte, critica la imagen que ha dado Hollywood sobre esa
zona del país, que dota de prestigio la figura del narcotraficante. Por otra,
establece lazos entre el narcosatanismo (relación sincrética entre la santería,
la brujería, la violencia y las organizaciones de narcotraficantes, a menudo
con vinculación en los cuerpos policiales, devenida en asesinatos rituales) y
la pornoviolencia como móviles de los feminicidios.
Capítulo 6. ¡Arriba el norte!
Vuelve a repasar la historia de
Ciudad Juárez, des de los asentamientos en Juárez, tierra fértil para la
producción de vino y aguardientes; El aumento de población masivo en el siglo
XIX, causada por la llegada del ferrocarril hacia el norte; La culminación como
ciudad del vicio durante los años 40’ para grandes figuras de la farándula
estadounidense; Y, a finales de este siglo, después de la industrialización
europea, la decadencia de Juárez como hito cultural de la alta sociedad y la
apertura de locales para la nueva población obrera.
Todo esto, junto también al
prestigio con el que dotó Hollywood al narcotraficante ranchero, ensalza las
modas populares y el triunfo, por primera vez, de una sensibilidad norteña. Un
orgullo de raza agreste, dura, gallarda, festiva y sin miedo al mañana.
Capítulo 7. La maldición de la tía bruja.
Relata la biografía del egipcio
Abdel Latif Sharif Sharif, presunto asesino serial acusado de ser el cerebro
organizador detrás de los feminicidios de Ciudad Juárez, y como de ésta poco se
puede entrever a un líder del crimen organizado, sino más bien un profundo acto
racista a nivel político y mediático que lo ha convertido en un cabeza de turco.
Desacreditado por la prensa, a Sharif se lo acusó presuntamente de ser un
asesino meticuloso, nómada y hedonista, motivado por la compulsión sexual y de
ser un depredador sexual. Imputado como autor de numerosos asesinatos, al final
fue sentenciado solo por uno, después de un juicio con muchas irregularidades y
falta de pruebas, y condenado a 30 años de prisión, dónde moriría en 2006.
Capítulo 8. Baño de sangre en la frontera.
En julio de 1997 muere Amado
Carrillo Fuentes, conocido como El Señor
de los Cielos y capo del Cártel de Juárez. Su muerte desencadena una serie
de reajustes en el panorama del narcotráfico mejicano, que se materializan en ajusticiamientos
y rencillas a lo largo y ancho del país, pero especialmente en Ciudad Juárez.
De aquí se apuntan teorías y
sospechas de que El Señor de los Cielos sigue
vivo, amparado por las instituciones y las élites, que a su vez permiten que el
narcotráfico opere a sus anchas, a tal punto que es vital para la economía del
país. Motivo por el cual se permite (o se alienta) la ineficacia e incluso la
corrupción policial.
Capítulo 9. Un superdetective en la dimensión desconocida.
Debido a la impunidad con la que
siguen matando mujeres en Juárez, salieron imitadores del asesino serial. A
pesar de que Abdel Latif Sharif Sharif ya estaba preso, las autoridades y los
medios siguieron difundiendo propaganda efectista contra el acusado y sus
supuestos colaboradores, a falta de pruebas para denunciarlo objetivamente.
Esta forma absurdamente poco sutil de cargar-le el muerto al egipcio, delató
una y otra vez a las autoridades de Chihuahua, a tal extremo de que fueron descalificadas
y acusadas por la Comisión Nacional de Derechos Humanos de utilizar
procedimientos ilegales y anticonstitucionales.
Capítulo 10. La pequeña Holandesa.
Otro caso específico, pero esta
vez la víctima fue una ciudadana europea, hecho que causo cierto revuelo internacional,
y presiones por parte de la diplomacia holandesa en el país mejicano, que quedó
nuevamente retratado por su negligente falta de procedimiento e (presuntamente
no intencionada) incompetencia. Pero una vez más, nadie hizo nada.
Capítulo 11. Muertas sin fin. / Capítulo 12. Los motivos del lobo. /
Capítulo 13. Policías bajo sospecha. / Capítulo 14. La defensa imposible.
Cada vez está más claro de que
los asesinos y violadores tienen un claro nexo con la policía local, hasta el
punto de que algunos de ellos son sospechosos de serlo ellos mismos. La inacción
y el encubrimiento policial solo hacen que sembrar el miedo ciudadano. La
policía no hace caso a las denuncias y las autoridades afrontan el problema con
tal escepticismo delante de la situación de violencia sistémica, que se
contagia hacia la misma comunidad. Cuando los autores no son otros que la mafia
de narcotraficantes, policías y líderes locales, las autoridades culpabilizan a
las víctimas acusándolas de llevar una doble vida, de ser prostitutas, etc.
A finales de 1999, a causa de una
investigación más seria, se hacen palpables las evidencias que relacionan a los
lugares dónde se hallaron los cuerpos de las víctimas con algunos de los
ranchos de las afueras de Ciudad Juárez propiedad de narcotraficantes. Las
incoherencias en los procesos judiciales desvelan la profundidad de esta
corrupción que afecta a todos los niveles del establishment local.
Capítulo 15. La familia feliz.
A partir de los 2000, empiezan a
asomar evidencias que incriminan a altos cargos políticos y militares a nivel
federal, aunque estos sigan operando con total impunidad dentro de este
ambiente caciquil, amiguista y cooperante con el crimen organizado de los
Cárteles, y nuevos cuerpos de mujeres y adolescentes no dejan de aparecer con cada
nuevo mes alrededor de Ciudad Juárez. La barbarie es tan comuna que se llega a
normalizar, en parte a causa de la actuación de los medios y de la prensa.
Capítulo 16. La Ciudadana X.
Sergio González Rodríguez, que al
inicio del libro se mostraba frío y utilizaba una retórica científica y observacional,
cada vez va tiñendo más su discurso de nervio, de enfado, de denuncia clara y
concisa, ante las reiteradas incongruencias y mentiras por parte de las
declaraciones institucionales.
Capítulo 17. Campos de algodón.
La sospecha apunta a que las
víctimas secuestradas son conducidas a fiestas secretas, cuya selecta lista de invitados
conforma un estrecho círculo de la élite del país, compuesta por señores del narcotráfico,
poderosos empresarios y financieros y altos cargos policiales, militares y políticos
(incluso queda manchado el propio presidente de la república federal), dónde las
muchachas son obligadas a participar en orgías, son violadas reiteradamente y
luego asesinadas y abandonadas en las cercanías desérticas de Ciudad Juárez,
como un mero acto macabro de entretenimiento.
Capítulo 18. La vida inconclusa.
El sumario interminable de las
muertas identificadas entre 1993 y 2002, con todos los datos disponibles de las
identidades de cada una de las mujeres, jóvenes y niñas, y cuyo número supera
con creces el facilitado por los discursos de las autoridades políticas y
policiales.
Epílogo Personal.
Las agencias de justicia gastan
más dinero en propaganda y comunicación que en hacer cumplir su deber,
impidiendo a los periodistas realizar su trabajo, si hace falta acallándolos
con extorsión, miedo, terrorismo de estado e incluso tortura, secuestros y
muerte, siendo México uno de los países dónde mueren más periodistas del mundo.
El Comité de Protección para Periodistas declara: “Los periodistas mexicanos continúan enfrentando una opción oscura:
censurar su trabajo o informar bajo riesgo”.