martes, 3 de noviembre de 2015

Resumen de Huesos en el desierto, Sergio González Rodríguez. Anagrama, 2002.

Capítulo 1. La dimensión desconocida.
Sergio González Rodríguez abre la obra exponiendo el problema de los feminicidios de Ciudad Juárez sucedidos durante la década de los 90’ des de un punto de vista de pájaro (situando el lector en el lugar de los hechos des de una mirada superficial y omnipresente de los acontecimientos); problema que sigue vigente a día de hoy, sin resultados esclarecidos y con escasas responsabilidades tomadas y que, des de 1993, ya se ha cobrado más de 700 víctimas.

El autor establece ya de inicio los tres ejes por los cuales se rige Ciudad Juárez y que son causa y consecuencia de los crímenes contra mujeres: La criminalidad y brutalidad que impera en la zona de Chihuahua; La ineficacia (o, mejor dicho, imposibilidad) de la policía local para frenar el crimen; Y la conmoción ciudadana delante de tales agresiones.

Por otro lado, indica que la resolución de dichos crímenes topa de bruces contra una serie de trabas institucionales que impiden esclarecer los casos o responsabilizar a los verdaderos autores, y, consecuentemente, también impiden terminar con la ola sistemática de violencia y asesinatos de mujeres. El abuso de poder y la brutalidad perpetrada por la policía local, y los empecinados esfuerzos de las autoridades municipales de Ciudad Juárez y gubernamentales del estado de Chihuahua por calmar la opinión pública, desestimando el feminicidio de la agenda mediática, apuntan hacia una conspiración política de encubrimiento de estos crímenes.

Capítulo 2. El mapa difícil.
Para entender el presente de Ciudad Juárez, foco indiscutible de la violencia y el narcotráfico en todo el estado mexicano, debemos estudiar su pasado como ciudad fronteriza con Estados Unidos. La pequeña misión española franciscana nació a finales del siglo XVI como un enclave estratégico para cruzar el vado del Río Bravo, conocido como Paso del Norte, hacia Nuevo México. Durante los siguientes siglos prosperó y se convirtió en ciudad gracias a una economía basada en la producción de distintas bebidas alcohólicas, cuyo crecimiento económico se nutrió del contrabando con los americanos y como destino de ocio, explotando el hecho de disponer de más tolerancia que sus vecinos del norte respecto a los límites de la legalidad. A finales de siglo XX, la ciudad se convertiría en lo que es hoy a causa de una dura y tardía industrialización, basada en la deslocalización de grandes empresas extranjeras, una mano de obra muy barata nutrida de la población flotante de emigrantes provenientes de todo el país, y en la explotación laboral permitida por los caciques locales.

A causa del panorama actual, que incluye pobreza, poca educación y precariedad laboral entre una gran masa de población que viene y va entre El Paso y las zonas rurales del estado de Chiuhahua -además un territorio impregnado profundamente por el crimen organizado-, las autoridades de Ciudad Juárez externalizan el problema a un mal sistémico de difícil solución. Al tiempo que se lavan las manos con este problema.

Capítulo 3. Una muchacha para nunca jamás.
En este capítulo estudian el caso concreto de una de las víctimas, Elizabeth Castro García, de 17 años, que murió en agosto de 1995. En este capítulo, el enfoque es completamente contrario, encontrándonos de lleno en medio del terreno, en un caso concreto, con personas concretas, que hablan e interactúan, para permitir al lector entender una situación tipo para después hacer la extrapolación a todos los otros casos.

Aún así, el estilo sigue siendo frío, técnico-científico, casi quirúrgico; dónde el autor analiza los datos y toma testimonio de forma detectivesca, sin implicarse emocionalmente con las víctimas. Es así como reconstruye el perfil de la muchacha asesinada, que luego resultará ser un perfil repetido por todas las otras mujeres asesinadas: de estrato social obrero, pero joven, atractiva, coqueta, promiscua y con gusto por frecuentar clubs nocturnos. Es así también como des de los medios locales y las autoridades explican los constantes crímenes: Llanamente, porqué las muchachas, por su elección de estilo de vida, aun que sea solo un poco, se lo buscaban. Si las muchachas no vistieran sensuales para salir de fiesta los fines de semana, no se expondrían a los peligros de las calles de una ciudad con tanta afluencia de extranjeros.

Capítulo 4. Criminólogos rodantes.
Delante de la evidencia de las reiteradas muertes, las autoridades decidieron, aparentemente, ponerse manos a la obra, y permitieron la cooperación con expertos detectives, criminólogos y psicólogos de la capital. Estos, después de estudiar el caso, establecieron una serie de propuestas de funcionamiento para los funcionarios de Chihuahua, que son expuestas y diseccionadas metodológicamente por el autor. Critican la falta de procedimiento e ineficacia de las autoridades locales, de nuevo, como también Sergio González Rodríguez apunta de nuevo en la acusación a los medios, por sensacionalistas y vejatorios en el trato a la violencia de género.

Capítulo 5. Cuentos crueles.
A lo largo del libro se aborda el problema del feminicidio des de distintos ámbitos, y es así como el lector se hace un mapa mental de la totalidad de la catástrofe. En éste capítulo se estudia México en general y su historia contemporánea. País de fronteras, de corrupción política y de narcotráfico.

Centrándonos en éste último punto, el autor intenta imbricar el crimen organizado alrededor del tráfico de drogas y los grandes Cárteles del norte del país mejicano con lo sucedido en Ciudad Juárez. Por una parte, critica la imagen que ha dado Hollywood sobre esa zona del país, que dota de prestigio la figura del narcotraficante. Por otra, establece lazos entre el narcosatanismo (relación sincrética entre la santería, la brujería, la violencia y las organizaciones de narcotraficantes, a menudo con vinculación en los cuerpos policiales, devenida en asesinatos rituales) y la pornoviolencia como móviles de los feminicidios.


Capítulo 6. ¡Arriba el norte!
Vuelve a repasar la historia de Ciudad Juárez, des de los asentamientos en Juárez, tierra fértil para la producción de vino y aguardientes; El aumento de población masivo en el siglo XIX, causada por la llegada del ferrocarril hacia el norte; La culminación como ciudad del vicio durante los años 40’ para grandes figuras de la farándula estadounidense; Y, a finales de este siglo, después de la industrialización europea, la decadencia de Juárez como hito cultural de la alta sociedad y la apertura de locales para la nueva población obrera.

Todo esto, junto también al prestigio con el que dotó Hollywood al narcotraficante ranchero, ensalza las modas populares y el triunfo, por primera vez, de una sensibilidad norteña. Un orgullo de raza agreste, dura, gallarda, festiva y sin miedo al mañana.

Capítulo 7. La maldición de la tía bruja.
Relata la biografía del egipcio Abdel Latif Sharif Sharif, presunto asesino serial acusado de ser el cerebro organizador detrás de los feminicidios de Ciudad Juárez, y como de ésta poco se puede entrever a un líder del crimen organizado, sino más bien un profundo acto racista a nivel político y mediático que lo ha convertido en un cabeza de turco. Desacreditado por la prensa, a Sharif se lo acusó presuntamente de ser un asesino meticuloso, nómada y hedonista, motivado por la compulsión sexual y de ser un depredador sexual. Imputado como autor de numerosos asesinatos, al final fue sentenciado solo por uno, después de un juicio con muchas irregularidades y falta de pruebas, y condenado a 30 años de prisión, dónde moriría en 2006.

Capítulo 8. Baño de sangre en la frontera.
En julio de 1997 muere Amado Carrillo Fuentes, conocido como El Señor de los Cielos y capo del Cártel de Juárez. Su muerte desencadena una serie de reajustes en el panorama del narcotráfico mejicano, que se materializan en ajusticiamientos y rencillas a lo largo y ancho del país, pero especialmente en Ciudad Juárez.

De aquí se apuntan teorías y sospechas de que El Señor de los Cielos sigue vivo, amparado por las instituciones y las élites, que a su vez permiten que el narcotráfico opere a sus anchas, a tal punto que es vital para la economía del país. Motivo por el cual se permite (o se alienta) la ineficacia e incluso la corrupción policial.

Capítulo 9. Un superdetective en la dimensión desconocida.
Debido a la impunidad con la que siguen matando mujeres en Juárez, salieron imitadores del asesino serial. A pesar de que Abdel Latif Sharif Sharif ya estaba preso, las autoridades y los medios siguieron difundiendo propaganda efectista contra el acusado y sus supuestos colaboradores, a falta de pruebas para denunciarlo objetivamente. Esta forma absurdamente poco sutil de cargar-le el muerto al egipcio, delató una y otra vez a las autoridades de Chihuahua, a tal extremo de que fueron descalificadas y acusadas por la Comisión Nacional de Derechos Humanos de utilizar procedimientos ilegales y anticonstitucionales.

Capítulo 10. La pequeña Holandesa.
Otro caso específico, pero esta vez la víctima fue una ciudadana europea, hecho que causo cierto revuelo internacional, y presiones por parte de la diplomacia holandesa en el país mejicano, que quedó nuevamente retratado por su negligente falta de procedimiento e (presuntamente no intencionada) incompetencia. Pero una vez más, nadie hizo nada.

Capítulo 11. Muertas sin fin. / Capítulo 12. Los motivos del lobo. / Capítulo 13. Policías bajo sospecha. / Capítulo 14. La defensa imposible.
Cada vez está más claro de que los asesinos y violadores tienen un claro nexo con la policía local, hasta el punto de que algunos de ellos son sospechosos de serlo ellos mismos. La inacción y el encubrimiento policial solo hacen que sembrar el miedo ciudadano. La policía no hace caso a las denuncias y las autoridades afrontan el problema con tal escepticismo delante de la situación de violencia sistémica, que se contagia hacia la misma comunidad. Cuando los autores no son otros que la mafia de narcotraficantes, policías y líderes locales, las autoridades culpabilizan a las víctimas acusándolas de llevar una doble vida, de ser prostitutas, etc.

A finales de 1999, a causa de una investigación más seria, se hacen palpables las evidencias que relacionan a los lugares dónde se hallaron los cuerpos de las víctimas con algunos de los ranchos de las afueras de Ciudad Juárez propiedad de narcotraficantes. Las incoherencias en los procesos judiciales desvelan la profundidad de esta corrupción que afecta a todos los niveles del establishment local.

Capítulo 15. La familia feliz.
A partir de los 2000, empiezan a asomar evidencias que incriminan a altos cargos políticos y militares a nivel federal, aunque estos sigan operando con total impunidad dentro de este ambiente caciquil, amiguista y cooperante con el crimen organizado de los Cárteles, y nuevos cuerpos de mujeres y adolescentes no dejan de aparecer con cada nuevo mes alrededor de Ciudad Juárez. La barbarie es tan comuna que se llega a normalizar, en parte a causa de la actuación de los medios y de la prensa.

Capítulo 16. La Ciudadana X.
Sergio González Rodríguez, que al inicio del libro se mostraba frío y utilizaba una retórica científica y observacional, cada vez va tiñendo más su discurso de nervio, de enfado, de denuncia clara y concisa, ante las reiteradas incongruencias y mentiras por parte de las declaraciones institucionales.

Capítulo 17. Campos de algodón.
La sospecha apunta a que las víctimas secuestradas son conducidas a fiestas secretas, cuya selecta lista de invitados conforma un estrecho círculo de la élite del país, compuesta por señores del narcotráfico, poderosos empresarios y financieros y altos cargos policiales, militares y políticos (incluso queda manchado el propio presidente de la república federal), dónde las muchachas son obligadas a participar en orgías, son violadas reiteradamente y luego asesinadas y abandonadas en las cercanías desérticas de Ciudad Juárez, como un mero acto macabro de entretenimiento.

Capítulo 18. La vida inconclusa.
El sumario interminable de las muertas identificadas entre 1993 y 2002, con todos los datos disponibles de las identidades de cada una de las mujeres, jóvenes y niñas, y cuyo número supera con creces el facilitado por los discursos de las autoridades políticas y policiales.

Epílogo Personal.

Las agencias de justicia gastan más dinero en propaganda y comunicación que en hacer cumplir su deber, impidiendo a los periodistas realizar su trabajo, si hace falta acallándolos con extorsión, miedo, terrorismo de estado e incluso tortura, secuestros y muerte, siendo México uno de los países dónde mueren más periodistas del mundo. El Comité de Protección para Periodistas declara: “Los periodistas mexicanos continúan enfrentando una opción oscura: censurar su trabajo o informar bajo riesgo”.